lunes, 21 de abril de 2014

Sonata en Mi menor de Brahms op.38 para Piano y Violonchelo

" Cuando tengo la necesidad de componer, empiezo por dirigirme directamente a mi Hacedor y preguntarles las tres cosas más importantes de la vida, aquí en este mundo: de dónde, por qué y adónde . " ( Johannes Brahms 1833 - 1897 ) 




     La sonata número uno para violonchelo y piano de Brahms, es de esas partituras que podríamos denominar de "famosas", dentro del repertorio para ambos instrumentos. Tal vez sea por el equilibrio entre las dos sonoridades, tanto a nivel técnico como de protagonismo, que da lugar a que sea agradable de trabajar para ambos interpretes y esto dé de sí que sea de las obras más interpretadas, cómo grabadas. Esta circunstancia condiciona para bien y para mal, desde nuestro punto de vista. Pues el público  en general, alcanza a disfrutar más cómodamente la partitura al conocerla, pero también puede exigir al músico una interpretación pre-diseñada anteriormente que supedita a su propia visión. De cualquier manera estamos obligados a proyectar como músicos toda la pasión y profundidad sonora que la música de Johannes Brahms transmite. Tal vez sea por sus melodías, tal vez por la tonalidad de mi menor, por la composición estructural de la obra. Pero no cabe duda que no deja de tener ni un sólo compás, que no seduzca al oído del oyente , si pone su atención, en dejarse llevar por la expresión sonora de cada acorde o de cada linea melódica. 

     Brahms tenía 29 años cuando empezó esta sonata, en 1862. Se había trasladado a Viena, pues veía que su ciudad natal, Hamburgo, poco más podía ofrecerle en cuestión musical y ninguna estabilidad se encontraba en el horizonte. Y la capital del imperio Austro-Hungaro se encaminaba en un nuevo esplendor de crecimiento y desarrollo económico. Pues la segunda revolución industrial y el desarrollo del ferrocarril habían acercado aún más la ciudad con el resto del continente. 
     
     Brahms empezó a componer esta sonata intentando instalarse en la capital de la música . Cierto es que hasta el estreno de su Requiem, en 1868, no lograría un hueco respetable que lo pusiera en el centro del mapa musical europeo ( que lo enfrentaría, sobretodo,  a los seguidores de la música de Wagner). Pero mientras tanto el joven Johannes consiguió a través de su amigo Josef Gänsbacher, violonchelista aficionado, profesor de canto y miembro de la administración de la Academia de Canto de Viena, el puesto de director. Puesto que abandonaría un año después. Aunque digamos de paso que fue por un estrecho margen de votación, 39 a favor 38 en contra, que lograría la plaza.  El joven compositor intentó agradecérselo a su amigo intentando acabar la sonata ese mismo año de su llegada. Pero no lo lograría hasta el invierno de 1865. Momento en que nace una conocida frase de Brahms. Mientras leían y interpretaban la sonata, Gänsbacher percibe que Brahms empieza a tocar cada vez más fuerte. Este le comenta al compositor: " a penas puedo oírme " y este le replicó " qué suerte tienes!". 
     Después de ser rechazada dos veces por la editorial Simrock, la sonata op.38 en Mi menor para "Piano y violonchelo" es publicada en 1866. La causa de la negación de la editorial a publicarla es debido a la estructura "no clásica" de dicha sonata. Pues esta estaba pensada en que se desarrollara en los movimientos clásicos vieneses de : Allegro, lento y Allegretto quasi minuetto. Pero Brahms decidió suprimir el movimiento lento, que añadiría después a su segunda sonata, e introducir un Allegro Finale. Por lo que el editor se encontraba un tanto incómodo con la nueva estructura al no ser tan convencional. 


      Brahms consiguió crear  con el arpegio de Mi menor el tema principal del primer movimiento. Con algo tan simple, en el registro grave del violonchelo, inicia su marcha hacia una de las melodías más míticas de la música de cámara para ambos instrumentos. Este movimiento inicial tiene la clásica forma sonata, incluyendo la repetición que vuelve al inicio tras la exposición de los dos temas principales. ¡Cómo en Beethoven! A quién Brahms admiraba con suma solemnidad. Mientras el primer tema lo inicia el violonchelo en los graves del instrumento de manera sosegada, el segundo se desliza sobre los agudos de forma temperamental. El desarrollo del este movimiento es casi una pequeña batalla entre ambos instrumentistas. Hasta que empiezan a reconciliares en la reposición de los temas, y logran la paz en una larga coda final que poco a poco va calmando el tempo y alzando la expresividad.

     El segundo movimiento es un microcosmos de la historia de la danza popular de Austria, que se divide en dos partes. La primera y última parte de este, pues hay un "da capo al final", tiene la típica estructura en tres partes (A-B-A),  que se enriquese con el tempo "quasi Menuetto" señalando así al tradicional baile vienés del siglo XVIII, que se desarrolla además con la estructura rítmica que acentúa el paso cada dos compases, quedando la parte B exenta de esta. El Trio central, sin embargo, más animado en su carácter y más aventurero en sus peregrinaciones armónicas, es uno de los homenajes al vals vienés de su época, que Brahms  incrustó en algunas obras instrumentales, y que también inspiró la serie de valses para piano que llego a escribir el compositor. Recordemos la amistad de Johann Strauss con Brahms, que era muy conocida. Incluso hemos encontrado una foto de ambos, que pueden ver más abajo. También es común, esta relación de la música popular en el compositor. Brahms de joven, tocaba en bares de alterne, tabernas o salones, interpretando música popular de todo tipo y de todos los lugares. Su relación con la música gitano húngara gracias al violinista Eduard Remenyi y las giras con él, también las conocemos. De ahí sus famosas Danzas Húngaras.  Por lo que no debemos extrañarnos  que casi encontremos un vals a la " Strauss " dentro de su repertorio. Siendo en su momento histórico, la música más tocada de Viena. 

      El tercer y último movimiento tiene sin duda alguna relación con el "Contraputo XIII" del Arte de la Fuga de Bach y cómo no, a la sonata número cinco de Beethoven, cuyo último movimiento también es una fuga enorme. Varios musicólogos han afirmado el parentesco y el joven Johannes muestra aquí su maestría con la escritura del contrapunto llevándola a un nivel expresivo y técnico bastante alto. No  trabaja la polifonía de manera tan pesada como Bach. Pero el desarrollo expresivo es tan intenso, que no deja aliento apenas hasta la última nota. De estructura más original que los dos anteriores y con un  Presto al final, como coda, se desencadena en una conclusión de fuerzas sonoras, a la justa medida de ambos instrumentos. Fue el último movimiento escrito y lo terminó en invierno de 1865 en la pequeña ciudad alemana de Karlsruhe. Justamente  donde Brahms estrenaría también su primera sinfonía, conocida popularmente como la "Décima de Beethoven", debido a su parentesco con la escritura con el genio de Bonn.
      La madre de Brahms había fallecido recientemente y fue una pérdida muy dolorosa para él, que impulsaría que escribiera la mayor parte del Requiem. Fue a partir de entonces que empezó a dejarse su famosa barba y volverse cada vez, un poco más rudo. 




     La sonata de Brahms fue un trabajo arduo, de montar. Sobretodo para lograr el mayor equilibrio sonoro posible. Pues ciertamente el piano se transforma muchas veces en orquesta y puede llegar a eclipsar a violonchelo. Aún así la expresividad de la sonata es inmensa y los resultados emocionales son latentes para el público y el intérprete. Tal vez nuestra interpretación es bastante distinta en algunas partes de la sonata, a lo cotidiano. Pues hemos tomado de modelo, la versátil visión o dirección de las sinfonías de Brahms, de muchos y varios directores. Cierto es que son de un periodo posterior a esta obra de cámara y las separa más de una década ( exactamente catorce años del estreno de la primera ). Pero sabemos que los bocetos de la primera sinfonía, en Do menor Op.68, datan justamente del año que él inicia la sonata para piano y violonchelo, 1862. La versatilidad que muchos directores encuentran en las cuatros sinfonías de Brahms, es interesantísima. A veces llega a ser totalmente opuesta dicha visión. Pero lo genial, a nuestro modo de ver, es la posibilidad de fluctuación de tempos en cualquier movimiento. Incluso de dinámicas. Y eso nos ha interesado desde un principio para encontrar las posibles posibilidades de una misma partitura. 

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miércoles, 9 de abril de 2014

Beethoven Sonata Op.5 en Fa Mayor Nº1 para violonchelo y piano


" La música es una revelación superior a toda sabiduría y filosofía, es el vino de una nueva procreación, y yo soy Baco, que prensa este vino tan glorioso para los hombres y los emborracha con el alcohol. " ( Ludwig Van Beethoven 1770 - 1827 )






    La importancia de esta obra es de gran relevancia dentro de la historia de la música de cámara y de la coyuntura piano - violonchelo. Es sin duda la primera en poner al violonchelo como un instrumento solista al lado del piano. Y no como el mero papel de bajo continuo o apoyo armónico. No se conoce una aportación como esta, de algún otro compositor anterior a Beethoven, por lo que podemos decir que ya empezó a revolucionar en la creación de las formas y los sonidos creando nuevos ensambles.

    En 1792 Ludwig Van Beethoven, hijo del tenor Johann y nieto del maestro de capilla de Colonia Ludwig Van Beethoven, se traslada definitivamente a Viena, capital de la música ya entonces, intentando emprender su vida como pianista y compositor. En aquellos momentos el Archiducado de Austria estaba reinado por Leopoldo II. La guillotina ya sonaba por aquel entonces en la Concorde ( París ) y el monarca temía a la revolución que había estallado tres años antes y se estaba propagando por Europa. Por lo que Viena se había convertido en una ciudad un poco más conservadora con las aportaciones modernas. Es de entender que todas las innovaciones beethovenianas se fueran mostrando poco a poco y sobretodo en sus trabajos más íntimos como las sonatas para piano. Y menos de cara al público como las obras de cámara. Hasta que empezara la época de la Europa de Napoleón. Este mismo año de su llegada a la ciudad, el protector de Beethoven,  el príncipe Maximiliano Francisco, que vivía en Bonn, tuvo que abandonar la ciudad a causa de la revolución proveniente de Francia. Dos años después (1794) deja de enviar el sueldo y la protección económica que le daba al joven genio.  Esto obligó a Beethoven  a convertirse en uno de los primero  compositores independientes de la historia. Que vivía de los encargos, actuaciones y la venta de sus obras. Una posición autónoma cuando aún el protectorado seguía vigente en miles de casos. Esta posición de no tener que rendir pleitesía a ningún mecenas, daba más libertad al genio para desatarse sobre las partituras. Tuvo que seguir tratando con los aristocracia vienesa, que en algunos casos también le brindaron amistad y ayuda al compositor en momentos difíciles. Cómo en el caso de los Swieten, Lichnowsky, Kinsky, Lobkowitz y un largo etc. Beethoven dedicó muchas de sus obras a ellos como gratitud al trato recibido.
    En sus primeros años Beethoven es considerado un joven virtuoso del piano, que empieza a despuntar como compositor. Justo un año después de su llegada a Viena, en 1793 y bajo la mirada de su maestro de entonces, Haydn, estrena sus tríos para piano - violín - violonchelo. Haciendo especial revuelo con el op.1 número 3, que dilucidad el nacer de un nuevo genio y el amanecer de algo nuevo.  La ciudad estaba huérfana de la gran figura de Mozart, que murió un año antes de la llegada del temperamental Ludwig. Los aristócratas, como los nacientes burgueses, querían una nueva estrella a la que adorar. Beethoven tuvo que pelear por hacerse notar como intérprete, incluso en batallas entre pianistas. Aunque por entonces su manera particular de tocar, enérgica, temperamental, de grandes acordes, hizo que marcara diferencias rápidamente. La fama propició que empezara a dar clases a los/las jóvenes aprendices de las familias más adineradas de por entonces. Algo muy común pues Viena tenía unos 6000 alumnos de piano, según Arthur Loesser, en aquella década. Y los que mejor pagaban, estaban destinados al mejor intérprete de la ciudad. Beethoven tuvo esa oportunidad. Que lo afirmaba, con tan sólo 24 años, como una de las promesas de su época.




    La sonata número uno opus 5 para violonchelo y piano de Ludwig van Beethoven, nace en 1796 durante la gira que realiza el joven compositor por Alemania y otras ciudades de Europa, como intérprete del innovador pianoforte. Tras su paso por Berlín dedica al rey de Prusia, Federico Guillermo II "el Grande", que también era un buen violonchelista, las dos primeras sonatas. Y se supone que fueron interpretadas por Beethoven al piano y el primer violonchelista de la orquesta del rey y su mentor en el instrumento, Jean Pierre Duport, al cual le debemos también una considerable evolución en la técnica del arco del instrumento y varios libros de estudios. Hoy en día se conserva el violonchelo de "Duport", que es del famoso A.Stradivari, que lleva el nombre del intérprete. Dicho violonchelo tiene la anécdota de llevar marcado los arañazos de las espuelas de Napoleón, que una noche, años después de la visita de Beethoven, llegando de montar a caballo, haría el amago de intentar tocar el instrumento del famoso violonchelista ( no con mucho éxito, como se recuerda ).
     La Importancia del violonchelo creció bastante en el siglo XVIII gracias a solistas como Boccherini , Duport o Breval. Ninguno de ellos escribió para violonchelo y pianoforte. Antes su papel camerístico, era de bajo continuo. Aunque debemos decir que en los cuartetos Prusianos de Mozart, las melodías que deja a cargo del violonchelo, dilucidan ciertas posibilidades melódicas, poco vistas antes sobre el instrumento.
     Tras su regreso de esta gira, Beethoven, ya casi no saldría de Viena. Sería prácticamente su última gira como solista. A su vuelta le entregaría los manuscritos de las sonatas a su editor de entonces Dominico "Artaria", que fue el primero en apoyar y proporcionar una entrada de dinero, a través de las publicaciones, al joven compositor. Las publicaría en enero de 1797. 

     Ludwig Van Beethoven irrumpió en Viena queriendo mostrar sus nuevas ideas, rompiendo con alguna de los conceptos prefijados que se habían establecido en la música que se creaba en la ciudad. La sonata número uno, aunque es temprana dentro de la producción del autor, refleja ciertas rupturas aunque son más explícitas en la número dos. En la capital de la música se había establecido, de manera genérica, que los movimientos de cada obra se establecía en tres: Allegro, lento o andante y Allegro otra vez. Es sabido que esta idea proviene de Italia y sus compositores. Pues ya en este sentido el joven Ludwig muestra sus ganas de cambiar formas, pues las dos primeras sonatas no mantienen el movimiento lento entre los dos movimientos si no como sucede en la primera hay un primer movimiento lento que se enlaza con uno rápido o alegre y termina con otro más vivo aún. Sólo veremos la forma clásica de los movimientos, en la quinta sonata para violonchelo y piano. Algo bastante sorprendente pues el lenguaje de Beethoven evoluciona progresivamente en cada una de las sonatas. Dandole cada vez más importancia al violonchelo, además de representar dichas sonatas las tres etapas históricas de la vida del autor: las dos primeras la de la juventud, la tercera y la cuarta la madurez o heroica y la quinta el periodo tardío. En este primer periodo queda mucho de Haydn, incluso se respira en la interpretación de esta primera sonata un poco de Mozart. Pues la parte de piano no ha terminado de despegarse de los conceptos vieneses. Y la tonalidad de Fa Mayor parece resaltar esos conceptos históricos musicales. 
      El Adagio Sostenuto  y Allegro comienza con un unísono en los instrumentos. Abriendo así calurosamente la fraternidad sonora entre ellos. Demostrando que la unión es posible entre ambos. El Adagio es bastante largo comparándolo con un Adagio a la italiana. Es una gran introducción para desencadenar el Allegro vivace que se enlaza casi sin respirar entre cambios de tiempo. Por lo que el tema del allegro lo expone enseguida el piano, mientras que el violonchelo acompaña para retomarlo después él. Sin entrar en el análisis armónico, destaquemos que como en sus sonatas para piano, la exposición y la reposición de los temas, son tremendamente largas, mientras que su desarrollo es más bien corto. Añadiendo que hay una repetición para volver al principio, como buena forma sonata clásica, después de exponer el tema A y el B. Lo realmente curioso está al final de este primer movimiento dado que Beethoven parece no querer acabar o cerrar el movimiento pues en una coda final enorme, para el tempo con una cadencia que enlaza con un nuevo Adagio, que a su vez se precipita sobre un Presto que no cierra el movimiento pues primero deberá introducir nuevamente el Tempo Primo del Allegro que concluirá con gran energía esta primera parte. 
     El segundo y último movimiento es un Allegro Vivace, tiene la forma de Rondó, volviendo así al tema inicial de este una y otra vez. Es bastante sorpresivo pues está plagado de los cambios de carácter, típicos del compositor. Y aunque tiene momentos de extrema dulzura, la complementa la fuerza habitual del autor que a veces parece querer ya llegar a la intensidad dramática de obras posteriores. Al final de este movimiento hay un pequeño respiro expresivo con un breve Adagio que nos induce al final fuerte y en tempo que concluirá la obra. 




     En 1798 Beethoven viaja a Bonn y hace algunos cursos para conocer la obra de Goethe, Schiller o Kant. Entra en contacto con la idea Sturm und Drang , que empujaría hacia la nueva estética de la Restauración.

     Para nosotros es o fue un auténtico placer comenzar la obra de uno de los grandes genios de la historia. Pues aunque consideramos que las partes no están proporcionalmente repartidas, pues la partitura del piano está, prácticamente, al nivel de un concierto. Y el violonchelo muchas veces, de manera relevante sin duda, sólo apoya armónicamente los grandes solos del piano, pero la esencia del gran Beethoven prevalece en todo momento. Llevándonos de un extremo al otro de nosotros mismos con su música. Las obras del genio de Bonn son todas particulares. Y habernos puesto sobre el camino de sus inicios ha sido como conocerlo un poco más íntimamente. De igual gratitud fue leer todo lo que pudimos encontrar sobre la sonata. Para hoy compartirlo aquí. (Situar la obra y  conocer levemente su nacimiento, creemos que nunca está demás. Casi lo hacemos como ejercicio de reconocimiento al autor.)


     Dejamos un enlace a You Tube por si quieren oír nuestra versión de dicha sonata. Aunque esta vez es  sólo del Allegro Vivace del final: 



                               https://www.youtube.com/watch?v=OxvulB7nkLw


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